Código Maya y los Siete Estigmas

  

Por qué la intelectualidad ortodoxa oculta la verdad que encierran los Siete Estigmas Maya..? Porque develar el misterio de esa fantástica civilización: Rompería todos los estereotipos de las culturas del mundo en el complejo desarrollo de la civilización universal… Convulsionarían las sociedades en su fe y su espiritualidad ante la muerte de un dogma de luz que ilumina el intelecto según lo aprendido en las sagradas escrituras, y el renacimiento de un sentimiento de afinidad hacia la materia oscura del cosmos donde reside el origen de la vida… Generaría una polémica estéril e interminable que haría más mal que bien en la interacción del hombre dentro de la sociedad y sus instituciones, al romperse el delicado equilibrio de la sociedad en lo que se refiere a la convivencia del individuo dentro de un colectivo, las normas morales que dictan las leyes, la lógica y la religiosidad; así como los patrones de conducta… Tendría un impredecible impacto político, social y económico ante una nueva percepción del mundo que nos rodea… Daría lugar a suicidios colectivos ante la frustración y la irreligiosidad que ocuparían los espacios dejados por la fe y la espiritualidad, sobre todo, en las sectas alimentadas por un fundamentalismo religioso y la práctica de la inmolación de la carne para salvar el espíritu… Cambiarían los modelos de la sociedad, los conceptos de la moralidad y la percepción de la vida y la muerte… Engendraría un nuevo dogma teológico al desmoronarse las hasta ahora sólidas bases de las religiones del mundo.

 

 

Por vez primera quedan develados los Siete Estigmas de los Maya, que se presenten en este libro estructurado en Siete Capítulos, cada uno de los cuales corresponde a un estigma que nos introduce en los enigmas y misterios de la mayor de todas las civilizaciones que ha conocido la humanidad: Los Mayas

Capítulo 1: La Civilización de las Estrellas

https://codigomaya.wordpress.com/codigo-maya-parte-1-la-civilizacion-de-las-estrellas/

Capítulo 2: Descubriendo al Viejo Mundo

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Capítulo 3: Enigmas y Misterios

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Capítulo 4: El Cráneo de Cristal

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Capítulo 5: Código Olmeca

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Capítulo 6: Templos y Pirámides

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Capítulo 7: Génesis de la Civilización

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PROLOGO

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¿Conocieron los Mayas el efecto del descenso de Kukulcán?

Cada equinoccio de primavera y otoño, miles de personas se concentran en las principales zonas arqueológicas de México para, supuestamente, cargarse de energía. Pero en algunas zonas además, en esas fechas, puede verse un espléndido espectáculo. Ese es el caso de Chichén Itzá, donde se puede contemplar el famoso descenso de Kukulcan por la pirámide que lleva su mismo nombre.

Pero la pregunta es, ¿conocían este fenómeno los Mayas y construyeron esa pirámide para que lo produjera?. El doctor Stanislaw Iwaniszewski que estudia la arqueastronomía Mesoamericana y es profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) de México, afirma que «en realidad no existe ninguna fuente arqueológica que pueda sustentar que este fenómeno era visto por los Mayas tal y como lo vemos hoy en día»

Stanislaw explico que: “Hay muchos mitos arqueoastronómicos modernos, y éste, el conocido como el ascenso y descenso de Kukulkán, en la pirámide de El Castillo, forma parte de esa categoría. Cabe citar un artículo escrito en 1999, por una de las autoridades en astronomía maya, John B. Carlson: ‘Pilgrimage and the Equinos. Serpent of Light and Shadow. Phenomenon at the Castillo, Chichén Itzá’. Texto publicado en la reconocida revista Archaeoastronomy: The Journal of Astronomy in Culture, de la Universidad de Texas, Estados Unidos”

Stanislaw explicó que las primeras noticias del efecto visual se dieron de hecho durante la estancia de la Expedición Arqueológica Maya de la Carnegie de Washington en el año 1923:

«Estas primeras referencias las captamos hacia los años 30 del siglo pasado, cuando todavía la institución Carnegie, realizaba trabajos de excavación en Chichén Itzá. Fue en ese entonces cuando algunos de los trabajadores, comenzaron a percatarse de este fenómeno óptico. Sin embargo, este efecto no tuvo un análisis científico sino años después, específicamente mediante un artículo de Robert Fuson, escrito en 1969: ‘The orientation of mayan ceremonial centers’ en Association of American Geographers, Annals, Pese a estos estudios, el sitio arqueológico de Chichén Itzá todavía no figuraba en el imaginario colectivo como ‘centro de energía’, debió pasar casi una década más, hasta la publicación de ‘La pirámide Kukulkán: su simbolismo solar’ en 1976, de Luis Arochi, que permitió un conocimiento menos restringido acerca del fenómeno, quizá porque la edición se hizo en español. A mediados de los años 80, la televisora más importante del país, motivada en parte por lo descrito en el volumen de Arochi, llevó a cabo una transmisión en vivo del efecto visual en El Castillo, momento que fue determinante para la posterior afluencia al sitio, en los días de equinoccio”

http://www.aztlanvirtual.com/aztlan/nueva_aztlan/noticias/2008/04/conocieron-los-mayas-el-efecto-del.html

LUIS ENRIQUE AROCHI

El hombre que estudió y difundió el Descenso de Kukulcán

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Escrito por: FRANCISCO VERDAYES ORTIZ
Director General de PIONEROS (fverdayes@hotmail.com)
 
 El destacado investigador mexicano vivió en Cancún desde 1986 hasta el momento de su muerte. Falleció en la ciudad de México el 9 de enero de 1992  (Publicado en agosto de 2007. Edición No. 54)

Finalmente Chichén Itzá lo hizo: El día 7, del mes 7, del año 7, a las 7 de la noche (7 de julio de 2007) en el Estadio de la Luz, en Lisboa, Portugal, se dieron a conocer los nombres de las nuevas Siete Maravillas del Mundo, entre las cuales figuran la Gran Muralla china, el Cristo Redentor de Río de Janeiro (Brasil), la “Ciudad Roja” de Petra (Jordania), las ruinas de Machu-Picchu (Perú), la pirámide maya de Chichén Itzá, el Coliseo de Roma (Italia) y el Taj Mahal de la India.

Nadie puede negar sentirse orgulloso de que en estas nuevas Siete Maravillas del Mundo tengamos una representación mexicana, muy al margen de quiénes organizaron el evento o si tuvo o no validez oficial, el caso es que quedaron fuera de la lista obras como la neoyorkina Estatua de la Libertad y la parisina Torre Eiffel, de países tan poderosos como Estados Unidos y Francia.

Chichén Itzá ha sido una maravilla mundial desde siempre, desde hace más de trece siglos cuando se supone fue construida. Desde ese tiempo a la fecha innumerables investigadores de todas las nacionalidades la han estudiado, otros restaurado y un tanto más saqueado.

Pero en 1972 un joven de nombre Luis Enrique Arochi Flores, originario del Distrito Federal, abogado egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, en su visita por Yucatán, se topó con una fotografía y observó un fenómeno que posteriormente sería conocido como “El descenso de Kukulcán”.

Arochi nunca se sintió descubridor del fenómeno de luz y sombra, porque ya antes varias personas lo habían visto, pero nadie se interesó por investigar, nadie sabía cuándo, cómo, dónde y por qué ocurría este hecho. Consultó y preguntó sin respuesta alguna, de manera que inició un arduo trabajo que culminó en la publicación de un libro: “La Pirámide de Kukulcán, su simbolismo solar”, editado por Orión.

A pesar de ser muy joven, apenas frisaba los 31 años de edad, Luis Arochi fue un hombre versátil, pues además de abogado litigante, también era astrónomo, antropólogo y periodista, con reconocimiento de las diferentes asociaciones de la época.

UNA FOTOGRAFÍA Y UNA
APASIONANTE INVESTIGACIÓN

Bajo este título, el propio investigador mexicano escribió en una edición de la revista “México ante el Mundo”, cómo fue que ocurrieron los hechos. Dejemos que sea el propio Luis Enrique Arochi, quien nos relate que fue lo que sucedió: El conocimiento de una fotografía de la pirámide, en la que se aprecia un efecto de luz y sombra, bastante sugestivo, fue determinante en la elaboración del libro. Este efecto luminoso llamó poderosamente mi atención, consulté muchísimos libros durante un lapso considerable, para saber su significado: todo fue inútil, la respuesta no la encontré, sólo una fotografía similar publicada por Laura Gilpin en 1948. Decidí entonces iniciar la investigación.

Vi fotografías de la pirámide antes de su restauración, recurrí al informe de los arqueólogos que habían intervenido en ella, y quedé convencido de que ésta había sido correcto: fue así cuando opté por ir a Chichén Itzá en el mes de septiembre a presenciar el fenómeno luminoso.

En el atardecer equinoccial, la pared de la balaustrada de la fachada principal estaba totalmente iluminada, la sombra invadía lentamente la pared, conforme el Sol descendía hacia el horizonte, luego, una ondulación a lo largo de la pared: la sombra seguía avanzando, hasta dejar siete espacios de luz en forma de siete triángulos isósceles perfectamente delineados y la cabeza de serpiente de la balaustrada, totalmente iluminada.

Algunos turistas, molestos por mis súplicas para que se retiraran de la pirámide que estaban fotografiando, pudiera percatarse después de un tiempo, de tan fabuloso espectáculo. ¡Look! ¡Look! Exclamaban emocionados y me veían insistentemente, ya no con caras austeras, e hicieron uso de sus cámaras para dejar impresa la maravilla que jamás pensaron contemplar.

El séptimo y último triángulo en formarse, era el primero en desaparecer, y así sucesivamente de abajo hacia arriba hasta que el primer triángulo formado, era el último en desaparecer, momento en que el Sol se ocultaba en el horizonte.

Emocionado y satisfecho, porque ninguna nube me había impedido observar y fotografiar tan espléndido espectáculo, originado por el movimiento aparente del Sol, deduje que el efecto luminoso debería verse en marzo en el otro equinoccio, como pude comprobarlo, coincidiendo todavía con la preparación de la tierra de labranza, mediante la llamada ‘quema del monte’, para después sembrar con las primeras lluvias.

Los triángulos isósceles eran mera coincidencia? ¿Significaban algo? ¿Perdería el tiempo con la investigación, sin saber hasta dónde podría llegar? ¿Haría caso a la gente que me desalentaba? La decisión era importante y había que tomarla, mi esposa me dio la pauta: ¡adelante!

Poco a poco la investigación progresaba, el camino era largo, la primera pieza del rompecabezas había sido encontrada, ya que en los días equinocciales, el sol determina los puntos cardinales Este y Oeste verdaderos; el Este en el lugar del horizonte donde se oculta, momento en que desaparece el último triángulo de la pirámide.

Esto que pudiera ser un hecho aislado, tiene su comprobación en el Observatorio de la misma zona arqueológica. A través de una de sus ventanillas, mediante visual en diagonal, puede observarse en esos días, el descenso del Sol hasta su ocultamiento y fijar así, con precisión, el punto cardinal Oeste, lo que indica el gran conocimiento de los puntos cardinales por el maya y el tolteca.

Cuando en la pirámide se forman los siete triángulos isósceles por efecto de la luz y la sombra en los días equinocciales, nuestro planeta se ilumina equitativamente a través de su eje, correspondiendo doce hora al día y doce a la noche, siendo por consiguiente, la duración del día y de la noche, igual en todos los lugares de la Tierra ¡La luz, la sombra, la sempiterna dualidad!

También la observación de la luz y la sombra originadas por el movimiento del Sol, en el solsticio de diciembre, tanto en la pirámide como en el Observatorio, fue determinante y clave en la elaboración del libro.

Las noches y los días transcurrían y la investigación proseguía. El movimiento del Sol se iba relacionando con los números, con la medición de lo que ahora se denomina tiempo, con la serpiente cascabel, con el calendario, la religión, la agricultura, la geometría, y todo ello, originado por la espectacular representación serpentina – más de 34 metros de largo – en la pirámide y su excelso e inigualable simbolismo solar: KUKULCAN, LA SERPIENTE EMPLUMADA, que puede constatarse con exactitud el 20 de marzo y el 22 de septiembre. Así se gestó el libro que se dio a conocer el 12 de febrero de 1976”.

SU COMPAÑERA DE TODA LA VIDA

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Teresa de Mier, Luis Arochi, Jorge Mier Hoffman, Lupita (esposa de Luis Arochi) y María Luisa Anuel, en un hotel de Chichen Itzá en Yucatán – México

Pero Luis Enrique Arochi no hubiera sido tan exitoso de no haber tenido una esposa como la señora María Guadalupe González que no sólo fue su compañera sentimental sino también su brazo derecho en el trabajo, además madre de sus dos hijos: Erika y Enrico. Doña Lupita – secretaria bilinguie de profesión – le ayudaba en sus conferencias, y el original del libro, dice, lo tuvo que escribir casi como nueve veces para que no tuviera ningún error.

Invitados por un amigo, los Arochi González decidieron dejar definitivamente la ciudad de México para venirse a vivir a Cancún, y doña Lupita recuerda bien la fecha: 4 de julio de 1986, fecha en la que el abogado empezó a litigar en esta ciudad llevando, en principio, los casos de amigos que de inmediato le solicitaron asesoría profesional.

Sin embargo, un problema de hepatitis que no fue detectado a tiempo, provocó que el investigador del “Descenso de Kukulcán” perdiera las tres cuartas partes del hígado, le vino una cirrosis fulminante y con ello la muerte.

Todavía alcanzó a cumplir los 50 años el 6 de diciembre de 1991, pero el 9 de enero de 1992, estando en el Distrito Federal, el mundo entero perdía a un notable científico que le dedicó años de su vida al fenómeno de luz de sombra de Chichén Itzá..

Y no conforme con lo logrado, Arochi se propuso descubrir más fenómenos similares. Así llegó a la pirámide de Mayapán que también se erigió en honor a Kukulcán y que fue el último sitio del que se tienen noticias estuvieron los científicos mayas. Con ese “tip” de los libros, planeó ir en un solsticio de diciembre y efectivamente, lo encontró de nuevo, y esto sí 100 por ciento descubrimiento de Luis Arochi, por que nunca antes había habido una foto con el fenómeno en la pirámide de Mayapán.

Por su parte Enrico Arochi, hoy un hombre de 36 años de edad, recuerda que las investigaciones de su papá le parecían muy difíciles pues por la edad él debía estar jugando en lugar de guardar silencio, pero bien valió la pena, ya que cuando tenía 12 años – lo recuerda – tuvo la oportunidad de ver el fenómeno del “Descenso de Kukulcán” de noche, con la luz de la luna llena, un espectáculo único.

Del Legado de Luis Enrique Arochi, un Premio a la excelencia se entrega todos los años en Yucatán:

Por Mara Lezama

La Asociación de Guías de Turistas reconoció los 35 años de trayectoria de Camilo Ernesto Cámara González con la presea Luis Enrique Arochi, en una emotiva ceremonia en la que le acompañó el presidente y fundador de Novedades de Quintana Roo, Don Andrés García Lavín.

En entrevista exclusiva para este diario, Cámara González señaló que la distinción con la cual lo reconocieron los agentes de viajes es un gran honor. Recordó que se inició dentro del mundo del turismo mediante la fundación de una agencia de viajes, en 1970, en Mérida, Yucatán, de la cual han sobresalido otros negocios subsidiarios como restaurantes.

Señaló que se siente aún con fuerzas para seguir en el negocio, pero aunque anunció su retiro, el cual se dará en fechas próximas, Cámara González dijo que sólo abandona la dirección general para dar paso a sangre nueva, que renueve la creatividad de la empresa. Añadió que no se retirará del todo porque planea seguir como asesor del negocio. Profundamente emocionado, dijo que el reconocimiento a su trayectoria le llena de orgullo. En el evento, que se realizó en el hotel Omni, se dieron cita distintas personalidades relacionadas con el turismo.

 Camilo Cámara con su reconocimiento

 Alicia Godoy, Javier Godoy Peniche, Julia Sánchez de Godoy y Guadalupe de Arochi

Javier Godoy Peniche, Guadalupe Arochi, Camilo Cámara, Gaby Rodríguez y Enrico Arochi

http://200.33.136.18/vidafamilia.php?sec=6&d=53&m=05&y=2006#

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